Los hologramas del poseso.

El pragmatismo le ha permitido al hombre adaptarse como especie, mas el idealismo ha evitado su profundo hostigamiento.

Dark el Inveterado Dragón.

En aquel entonces era un simple gas, amorfo e inveterado, lleno de conciencia primigenia, parte intrínseca de lo que hoy, la ciencia reconoce como el creador del todo y de la nada, el dios de los bípedos, el algoritmo matemático que fusiona a la materia que es energía congelada con la información, esta última la que da las probabilidades de que nuestro universo exista tal y como lo ves y lo sientes. Vagaba el gas por entre el mar de neutrinos que a raudales cruzan el vientre de Gea, en su escape de las fauces del ardiente Falak. Alumbra Falak con envejecidos fotones de 8 minutos y algo más de edad, a la pestilente especie dominadora del momento. En su vagar Kantoborgy al ser materia cayó en las garras del monstruo Newtoniano:Gravitón. Y en su caída atravesó las capas de ozono que cubren la faz de la hermosa Gea, y esta belleza griega fue su ilusión.  Saltando entre partículas ionizadas unas neutras otras, gozando del danzar de sus electrones ganando o perdiendo energía, devorando y expulsando fotones, recorrió placenteramente el cuerpo de Gea, y su deseo por los nevados, los gélidos picos impacientaba su preternatural condición de Gas.
Revoloteando sobre lo que luego entendería era un Villorrio, se encontró con una bola blanquecina, algo rosada, encaramada en una corpulenta estructura glauca , parda, con muchas manchas. Bajo este Ent, una masa peluda con manchas negras y cafés, que lanzaba ruidosas amenazas al Gas, o tal vez eran advertencias a la sonrosada bola que en la copa ronroneaba. El alboroto que armó el cuadrupedo rechoncho logró que la bola blanquecina abriera sus ovoideas cámaras de video, y que al enfocar al Gas, lo condensara en una lágrima que cayó en lo más profundo de su conciencia. Entonces El gas fue uno con el ser sobre la copa del Ent.

El Gas nunca más fue Gas, y Obe dejó de ser Bípedo, al tomar conciencia de la lágrima que entró en sus pupilas, se inició el tormento de sentirse una extraña criatura encarnada en una sospechosa especie.  Los sueños profundos y largos se iniciaron de inmediato, con la caída del color en el cielo, Obe sabía que empezaba a vivir su verdadera naturaleza. En sus sueños los dragones inveterados venían a él para brindarle el conocimiento milenario de esta especie hoy casi extinta. Pero su despertar era un eterno e inenarrable minuto de terror preternatural, pues sus escamas, larga cola, y caleidoscópica visión desaparecían, y su principal instructor Dark no estaba más a su lado.  Los años pasaron, Obe era un dragón entrenado, pero aún bisoño. Las taras impuestas en el Centro de Estudios Borreguiles, instituciones que acaban con la capacidad de asombro de los Bípedos, hacían su efecto, a Dark le resultaba difícil avanzar con el entrenamiento de Kantoborgy, Obe en sus sueños es el dragón Kantoborgy. Los hombres-borrego y sus Centros de capacitación de Humanos, eran un muro duro de abatir para Dark, pero tenía un aliado, el padre de Obe, dragón encarnado por causas que no se deben mencionar, y cuya felicidad radicaba en la más hermosa de las Ninfas, cuyas danzas y voces se convierten en lo que los humanos denominan Las Matemáticas.
Obe optó por escudriñar las entrañas de aquellos seres de silicio que lo único que entienden son las series de sintaxis, por ello la mayoría de los Bípedos no pueden comunicarse de manera placentera con el silicio, pese a que son de la misma Familia química porque solo entienden series analógicas y son semánticos. Esta pasión tecnológica aprendida en el Centro Superior de Estudios Borreguiles, lo saturó de tal forma, que Dark dejó de visitarlo en sus sueños, pero los dragones son sabios , del amor de Obe por las montañas se valieron para retornarlo a la locura, estado normal de Obe, pues la cordura solo es para los Humanos. Así fue como Obe decidió escalar el inconmensurable Orcón, sin saber los que el futuro le tenía reservado en la cumbre del colosal monte.La preparación psicológica requerida por Obe para lanzarse con furia hacia una escalada prodigiosa, en la época más dura en la montañas, es decir en invierno, y además en solitario, constituía en sí misma una nimiedad para un se cuya infancia fue parte intrínseca de la salvaje Natura con todo su rigor, se crió en medio de un bosque de eucaliptos, pinos, chirimoyas, pico-pico, limones, etc. Siempre fue con su progenitor hacia las encumbradas lomas de la cordillera arcaica llamada Los Riscos de la Locura, en donde los amplios y gélidos pajonales forjaron su carácter indómito y solitario, además que en esos lugares empezó a vislumbrar al inveterado Dark en sus recorridos para inmunizar la faz de Gea de los bípedos depredadores. Aquellas visiones nunca fueron denunciadas por su padre como alucinaciones, sino mas bien se constituyó en un secreto de amigos que ha ido creciendo con el pasar de los siglos. ¿Invernal? ¿En solitario? Al puro estilo de Reinhold Messner, bípedo trepador y empedernido, que siempre buscó sus propios límites. Esta sombría idea era ya un glíglico mandato en su tormentoso cerebro, tenía que intentar visitar la Zona de La Muerte, escalando en su traje de bípedo el majestuoso Horcón, el pico más temible de la cordillera Los Riscos de la Locura. Mientras craneaba el cómo escapar de sus tareas de humano, de las reglas de la cosificada sociedad de bípedos depredadores, del incesante estudio en el Centro Superior de Borregos llamado Universidad. Obe trepaba al árbol en donde aquel Gas se metió en sus pupilas, y desde donde podía contemplar el universo de los gatos que regidos por su rey Melkor de Esargoth, maquinaban por tomar el control del bosque que era compartido por un sinnúmero de seres, algunos conocidos por los humanos y muchos otros totalmente vedados para los “cuerdos” que dominan el planeta. Obe se repetía como a latigazos “soy lo suficientemente cuerdo como para permitirme la locura”
Los planes de Obe no resultaron, sus intensas prácticas de vuelo junto a legendarios dragones y a compañeros novatos, estaban por culminar, y con ello se aproximaba la guerra. Los intensos sueños postraban a Obe en su lecho durante días enteros, era incapaz de terminar de ponerse una media, pues veía tarea imposible calzar una media de humano en una zarpa de dragón. Cada movimiento implicaba una concentración infinita, su red neuronal trabajaba incansablemente por mantener las funciones básicas del cuerpo y por analizar los videos de cada vuelo del dragón. Cuando vencía su postración, el mundo humano le recordaba sus tareas. Para cuando sus estudios borreguiles terminaron, Obe ya era Kantoborgy, el dragón encarnado en la conflictiva y degradable funda pscicobiológica.  En el mundo draconiano la guerra había empezado, los abejorros se han tomado descaradamente el reino de Doña Globoris de Panka esposa del rey de el mundo saponáceo llamado Ranka el Benevolente. Su reino estaba siendo arrasado por los abejorros y sus guerreros tántalos y libélulas que eran despiadados, seres alados , aves descarnadas que punzaban al ejército de Ranka con ingentes cantidades de ácido fórmico. Tan numeroso era el ejercito de abejorros que barrían los inconmensurable s pajonales de las Voladoras donde estaba el reino de Doña Globoris, que parecían los neutrinos que cruzan a Gea como a mantequilla. Kantoborgy por mandato de Dark tuvo que comandar un escuadrón de dragones, su objetivo era liberar los pajonales de las Voladoras, de tan feroz y desigual guerra. Esta orden implicaba la postración de Obe.  No es el tiempo para hablar de las feroces batallas, solo debemos saber que Kantoborgy cayó prisionero y fue sepultado en un descomunal hexágono hecho de dura cera, que su fuego draconiano no derretía. Los monstruos que custodiaban su celda eran seres productores del más terrible ácido, tan fuerte que probablemente hubiese perforado las escamas de un dragón joven como Kantoborgy.
Pero el porqué fue capturado Kantoborgy, es el tema que nos atañe, y es que este pícaro se descuidó en plena batalla aérea, porque creyó ver una hermosa dragona en aprietos cuyo séquito de doncellas entonaban terribles canciones que atolondraron a Kantoborgy. Los gritos de advertencia de Dark, que rasgaron la atmósfera como truenos antediluvianos llegaron a oídos de Kantoborgy como el golpe de un tsunami, Dark decía que simplemente era una alucinación de Obe , demasiado tarde la advertencia, Kantoborgy fue tras ella. El invisible rostro de la dragoncilla armó toda una red neuronal paralela en su cerecate, las nuevas sinápsis con sus dendritas extremadamente fuertes, se convirtieron en un entramado de información que ni Obe ni Kantoborgy podían asimilar y peor controlar. Obe en su despertar sintió como el gran Borges tenía razón al decir que somos universos UNO, miles de seres mezclados en una instancia cerébrica innombrable.
La postración se veía venir, la única salida era fugarse hacia las montañas solo con algún loco amigo, de esos ya que no se consiguen, porque están en extinción; o mejor escapar solo, a las montañas o lagunas como lo hacía en su infancia.  Al incorporarse en sus dos patas traseras, para ir en pos de su mochila Rubirosa y meter allí todos los tereques del montañero, de reojo miró el espejo, siempre lo hacía al despertar de su soporosos sueños, pues le aterraba verse como humano y haber perdido su caparazón draconiano, pero esta vez sus ojos estaban rojos color rubí y todo lo miraba caleidoscópicamente mas bien estrambóticamente. Su padre no lo notó, aunque Obe temía ser tratado como hicieron con Gregor Samsa, no fue así. De todas formas de a poco sus rasgos draconianos fueron desapareciendo lo cual no era de su agrado. Le carcomía el cerecate la imagen renderizada por la red neuronal paralela, la princesa dragón no lo dejaba en paz. No pudo terminar de armar su Rubirosa, y mientras perdía el tiempo, el cansancio se apoderaba de él, la postración era inminente, de seguro Kantoborgy tenía que escapar para lo cual Obe debía dormir como Derviche eso sí implorando a las montañas que lo libren de las temibles Ifrits que podrían apoderarse de su instancia orgánica. Entre tanta indecisión llegó el Roscón Bollón, un amigo no montañero pero si amante del silicio, y vino a proponerle una empresa que produciría mucho dinero, pero había que viajar hacia las bajeras de la cordillera, siguiendo los contrafuertes costeros. Asunto preocupante esto de bajar a la manigua, pues Obe era un ser de las alturas, y Kantoborgy un dragón de las nieves, así que el calor de seguro terminaría con su locura. Roscón era una rara especie de Mancha Catamayina, y también era practicante de vuelo draconiano, al menos Obe lo sabía.
La decisión fue rápida, Obe optó por escapar a su postración. Trepados ambos dragones encarnados en cuerpo humano, sobre los lomos de un rechoncho y cauchoso cuadrúpedo que sirve de transporte a los terrícolas, fueron en busca de un destino que vislumbraba ser tormentoso, almenos para Obe.  Conforme descendían la cordillera occidental, la temperatura y humedad aumentaban geométricamente, la presión de oxígeno se convertía en un suplicio. Acostumbrados a una menor presión de oxígeno en las montañas de hielo, la situación actual era soporosamente insoportable. Obe empezó a desvariar, y de no ser por Roscón hubiese saltado por la ventana y rodado sin fin hasta terminar con su funda biodegradable. Luego de 5 horas de intensa lucha sobre el cuadrúpedo cauchoso, llegaron a una población realmente árida, llena de curiosos seres bípedos, entre los cuales sobresalía claramente la enorme cara del Orco Klovor, este ser casi extinto, era quien habría propuesto algún negocio mercachiflero a Roscón, o mejor dicho a su funda biodegradable llamada Empanado, descendiente de los reyes harineros del valle del Catamayo. El temible Aqueronte Dimitrake solía llamarlo a gritos –Empanadas!-, lo cual sonrojaba la cara bollona de Roscón. Klovor hizo las venias correspondientes al protocolo pata los recién llegados, presentó a su prole de Orcos menores, y poco caso hizo de los cerúleos rostros de Roscón y de Obe. Como buen habitante de las maniguas y acostumbrado a sus rigores, de seguro que pensó –Estos serranitos, están a punto de cocción. La fuerte presión atmosférica empezó hacer efecto en Obe, pues todas las criaturas que vislumbraba en sus aventuras oníricas danzaban a su alrededor, advirtiéndole de su futura estancia en la costa. Roscón disfrutaba como nunca la danzarina silueta de las muchachas lugareñas, Klovor advirtió de los furibundos y celosos que eran los hermanos de las doncellas de esta tierra llamada -El Candente Toboso.
El negocio en cuestión era el de automatizar procesos en fábricas y comercios del lugar, valiéndose de los esclavos de silicio. Estos estaban en rebelión absoluta, para lo cual hacia falta escudriñarles las entrañas, a lo cual Obe dedicaba todo el santo día, pues en la noche sus alucinaciones mandaban. Roscón velaba por el buen ambiente en el que deben laborar los esclavos de silicio, decía que si no les daban una dosis diaria de frío al 35% de humedad , sus entrañas empezarían irremediablemente a entablar perjudiciales reacciones con los seres del carbón, asunto que Obe resumía en dos palabras –Se pudrirán. Klovor se afanaba en mantener el congelador lleno de líquidos, para que sus nuevos técnicos venidos de la montaña no terminaran como él –bola amorfa y descomunal, que intercambia litros de vapor con el medioambiente- La familia de klovor, sobretodo su padre, un General retirado de las fuerzas especiales, sospechaban de Obe y de Roscón, -no son humanos- decían, y claro curiosamente ellos tampoco lo eran, por ello seguramente terminaron aceptando el negocio de su crío con semejantes dragones disfrazados de humanos.
Tanto trabajo evitaba el volar cerébrico de Obe, pero cierta noche, Klovor decidió que era hora de presentarlos ante algunos humanos de la región, pues las sospechas de que eran monstruos devoradores de bípedos aumentaba cada día. Las doncellas del lugar quedaban petrificadas ante la mirada harinera de Bollón Roscón, su mágica y descomunal dentadura, lo convertían en un amenazador color que caía sobre la región. Los parientes de las doncellas temían por ellas, pensaban acabarían tarde o temprano en las fauces de la Mancha Harinera. Caminando por las callejuelas del candoroso pueblo, disfrutando de las luces arrebatadas llenas de sonidos estridentes, se dirigieron al bar. más concurrido del lugar, en donde se podía degustar de los sabrosos -Rompenucas Melosinos-, unos brebajes realmente helados, y mortíferos para la más resistente seca. Las féminas que disfrutaban sus coctelitos miraban con impaciencia la dentadura de Roscón, mientras Obe vagaba mentalmente por entre las congeladoras que mantenían a buen recaudo del calor , las deliciosas frutas Tobosinas, de las cuales se preparaban los brebajes –Rompenucas-. Obe vislumbraba ciertas criaturas escondidas en los rincones del lugar, escudriñándolo todo, amenazando a Obe insistentemente para que levante el vuelo y escape antes de que sea demasiado tarde. Obe pensaba que serían los enviados de Dark quienes le recordaban que debía estar postrado pues la batalla draconiana había empezado. De repente Obe se levantó, caminó somnámbulamente hacia el frondoso bosquecillo frente al bar., se internó en las sensuales formas de la vegetación costera, empezó a disfrutar de los aromas nocturnos, de las flores tobosinas. Cuando estaba en un estado casi extático, el rostro de una dama que repentinamente apareció, terminó con su paz para toda la eternidad.
Obe continuaba con su labor cotidiana de extirpar los defectos de las entraña de los esclavos de silicio, pero su concentración estaba minada profundamente, no sabía si aquel rostro nocturno era una jugada de su imaginación, o si nuevamente estaba cayendo irremediablemente en un profundo sueño, para dar paso a Kantoborgy y sus batallas. Optó por salir todas las tardes a recorrer los laberintos de aquel pueblo, refrescándose continuamente con los sabores espumosos de la cebada. Buscaba en los espantados rostros de los transeúntes a su hermosa doncella nocturna. Salía a pasear por los verdes exagerados de la campiña Tobosiana. Trepado sobre los lomos de un jamelgo bípedo de caucho y metal circulaba neciamente de cabo a rabo las cintas asfálticas que cruzan el pueblo. Empezó a descuidar su labor con los esclavos de silicio, Roscón tomó pacíficamente este desenfreno de Obe. Klovor parecía disfrutar con las aventuras emprendidas por Obe, pues los humanos empezaron a contar raras historias sobre Obe y ciertas espantosas criaturas que aparecían en los bosques que rodeaban al Candente Toboso. Los bosques de achotillos albergaban criaturas que los humanos temen, pues piensan que solo existen en la ficción de sus cuentos. Ensoñando bajo los pies de un enorme árbol de Pomelo, Obe reconoció el rostro de la doncella, era el mismo rostro que Kantoborgy en una de sus batallas miró con asombro y sintió perderse en el espacio-tiempo, a lo cual Dark le increpó fuertemente.

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