El aroma del neutrino.
Encerrado en mi cubículo de acero y cemento, de aquellos destinados para los cerebros que se entienden con el silicio, meditaba sobre la posibilidad de lograr la simbiosis perfecta con los circuitos electrónicos. Pero de pronto entré en un estado de ataraxia, recordando aquella vez en la que me convertí en una pequeña esfera …