…en el día del Tosco.

Esta mañana durante el sobrevuelo de cabo a rabo a la franja occidental de esta enorme –Ciudad Serpiente- volví a sentirme atraído por las tempraneras ondas radiales de los vocingleros; ondas que rellenan los últimos agujeros dejados por la creciente polución que vomita «La Carita sucia de Dios» Hoy quería escuchar al hasta ahora inclasificable engendro de metrópoli, a aquel cuyo nombre antes era una cachetada para el ego de Legogork, -alias El Tuerto-. Me estoy refiriendo al Lechuzo Culincho, -alias El Lamento del Batán- Digo era, porque ahora ambos parecen que juegan a los gallos.  Hubiese querido decir que el Lechuzo Culincho, -alias El Lamento del Batán- es el emblema de la -Voz de Luminoso Ilaló-, o – La Eterna Queja del Panecillo- para al menos intentar aproximarlo, al “gótico del Panecillo y sus ondas de Radio Marañón” . Pero no solo es asunto de nombre, de lugar, etc. Sino de estirpe, diferencias insondables , gúgol de parsecs que separan a un humano de un gótico.
Posé mi regordeta masa energética, sobre la pestilente e informe cueva de Trompagorda, -alias El Cachete Morado-, quien goza de línea de vista con el gran ojo divisor del cubículo sonoro del Lechuzo Culincho, -alias El Lamento del Batán-. Su cadavérico rostro asomose por entre los cristales para vislumbrar una día más de trajín bípedo. Inició su inveterada y carrasposa locución, con el mismo tono languideciente de siempre, aferrándose al infinito arrastre de las [eres] , como si de tal gorgoteo incesante dependiera su vida. El arrastre de las [eres] forman una cadena infinita de eslabones soldados por las eternas letras “S” , esta cadena es su cuerda de salvación, pues el Lechuzo Culincho, pende sobre un brutal extraplomo, del cual, solo la parca lo ha de librar. En esta mañana invernal, encolerizó sus ondas radiales, para almenos intentar perforar los tímpanos del ineluctable Muelabroka, el tema fue: El día del Tosco Ecuatoriano. Primero atacó a la palabra –tosco- pues dijo que quien se atrevió rebautizar con tal calificativo a la hormiguita burocrática, debe estar revolviéndose en su sarcófago. No sabe Don Lechuzo Culincho, que fui Yo, el mentor del Día del tosco, y que no duermo en sarcófagos, y que tampoco he muerto; supongo lo de sarcófago viene por tener amistad con un Vampiro de Metrópoli.

A Muelabroka le importa un rábano que las ondas radiales dispersen ácidas críticas a su bailar con la masa, en honor al Día del Tosco. Sabe que su poderosa broca incisiva perfora sin reparos esa dura costra coprolitica parida por los cadáveres insepultos, aupados por los tenedores del billuso, y socapados por quienes se aferran al carguito. Las Goras y los Gogorks expulsados, continúan en la lucha por retomar su sillita en el pestilente palacete diputadil. Pero la perforadora Muelabroka tiene lo que sus detractores jamás podrán alquilar con el verde billuso: Inteligencia. Muelabroka danzó con la masa, se revolcó en el polvo abrasador que produjo su taladrar en la costra politiquera, de este pedacito de planeta, llamado La Patria Ecuatoriana. La plebe entretenida, le hizo espacio suficiente para que Muelabroka festeje al Tosco Ecuatoriano, mostrando un par de pasos aprendidos al danzante Aqueronte. Muelabroka sabe que el polvillo abrasador hace relucir la plata más podrida. Lechuzo Culincho, -alias El Lamento del Batán- cree que la investidura de presidente no está para danzar con las masas toscas, me pregunto –para qué entonces?- Tal vez para danzar con los tenedores del billuso?- Es decir que, según Don Culincho, a Muelabroka solamente se lo ve bien, y no mancilla su dignidad, si se pavonea entre los sátrapas, que con sus modalitos y lujosos trajecillos que disfrazan su única y atrofiada neurona, quieren continuar con el mangoneo de siempre. Creo que Culincho ha tenido una sobredosis de lentejas, o sencillamente se está acomodando para formar parte de los radio-verborreos. O Será que en su reciente andar por el mundo del ciberespacio, lo han contagiado aquellas chapuzas en indefinidas páginas Web, que son visitadas por miles de bípedos, y cuyo contenido no requiere del esfuerzo de su única y atrofiada neurona. Antes de zarpar y alejarme de las infinitas y arrastradas [eres] , clavé mis ojos, aparatando antes el bigote de morsa, sobre la lúgubre mirada del Lechuzo Culincho, -alias El Lamento del Batán-, para decirle que me parecía que se había fumado almenos, medio metro de chilca. Y lo dejé entonando esta canción:
Yo le robé a cada flor, las hojas para fumarlas.
Así como el picaflor,
he fumado en todas partes,
y en cada golpe que daba, hay, mi mente se nublaba,
confiriendo el poder, a Muelabroka y a sus masas….

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